lunes, 6 de junio de 2011

Aspectos metapsicológicos de la enfermedad... del dolor psíquico

Liliana Tena Valades
Psicoterapeuta Psicoanalítica
lilitena@gmail.com


“Aunque sabemos que luego de tal pérdida el estado de duelo se mitiga, también sabemos que seguiremos inconsolables y jamás encontraremos un sustituto. No importa qué pueda llenar el vacío, aun cuando se llene por completo, siempre es algo distinto. Y en realidad, así debe de ser. Es la única manera de perpetuar ese amor al que no queremos renunciar”.
Sigmund Freud

Me surge la pregunta al respecto de todo aquello “no obvio” que ocurre en el desarrollo psíquico de las personas y que orienta a ciertas desviaciones en su equilibrio emocional, tales como las neurosis, las psicosis, las perversiones, etc.

En este trabajo he procurado acceder a una serie de dudas, explicaciones y reflexiones que intentaré poner de manifiesto, fundamentando mi perspectiva bajo la teoría psicoanalítica y haciendo un intento muy arriesgado por explicar algunos aspectos metapsicologicos de la enfermedad… del dolor psíquico.

Entiendo el dolor psíquico como aquel que inunda de angustia al aparato mental, y aunque podríamos hablar y pensar de diferentes situaciones que en general provocan esta inundación, Freud enfatiza en su artículo “sobre los tipos de contracción de las neurosis” (1912), que “el individuo permaneció sano mientras su requerimiento amoroso era satisfecho por un objeto real del mundo exterior; se volvió neurótico tan pronto como ese objeto le fue sustraído, sin que se le hallase un sustituto”. En este sentido parece ser que la abstinencia de ese objeto, o más bien de la satisfacción que éste proveía, es la que produce tal dolor. Dado lo anterior podríamos entender que uno de los factores fundamentales que lastiman o inestabilizan al ser humano desde el inicio de su vida, es particularmente la pérdida paulatina de la satisfacción… de la sensación de resguardo y seguridad que le brindan los representantes de ese mundo externo.

Por otra parte, al entrar al tema de la enfermedad psíquica e intentarla dilucidar, encuentro que Freud en diversos escritos refiere a la frustración , ya sea interna o externa, en mayor o menor escala, como una de las fuentes de contracción tanto de las neurosis como de las psicosis, como lo señala en su artículo “neurosis y psicosis” (1923), “La etiología para el estallido de una psiconeurosis o de una psicosis, sigue siendo la frustración, el no cumplimiento de uno de aquellos deseos de la infancia eternamente indómitos, que tan profundas raíces tienen en nuestra organización comandada filogenéticamente”. Sin embargo paradójicamente desde sus mismos planteamientos, también ha señalado a la misma frustración como la que consolida y de alguna manera estructura el yo y el aparato mental.

De acuerdo a lo anteriormente señalado, podríamos establecer que desde el nacer lo hacemos “enfermando”, dado que todo en nuestra vida psíquica parece ser que comienza a partir de la frustración misma, que nos lleva a adolecer el cumplimiento total de nuestros deseos más profundos e inconscientes. Sin embargo, una parte del enfermar también puede asociarse con forjarnos y estructurarnos como seres humanos, dado que la frustración misma paulatinamente nos va lanzando necesariamente a crecer… a valernos o a reivindicarnos ante la pérdida fundamental.

Sobre esta línea parece ser que salud y enfermedad son el resultado de la manera en que el yo del ser humano es capaz de sortearse entre el placer y el displacer, dicho de otra manera, entre el principio del placer, el principio de realidad y ese anhelo humano incontenible que en algunos momentos puede sumergirnos en la búsqueda de la perfección, es decir, el principio del nirvana.

Freud señala diversas formas de “resolver” esa confrontación generada, ya sea a través de la frustración interna o de la externa, estableciendo desde las formas más evolucionadas hasta algunas un tanto más primarias o arcaicas. En este sentido en “Sobre los tipos de contracción de neurosis” (1912) expone la existencia de dos posibilidades para mantenerse sano, una de ellas “trasponer la tensión psíquica en una energía activa y vigorosa que permanezca dirigida hacia el mundo exterior y termine por arrancarle una satisfacción real para la libido; la otra, que se renuncie a la satisfacción libidinosa, se sublime la libido estancada y se la aplique a lograr metas que ya no sean eróticas y estén a salvo de la frustración”.

Ahora bien, en “Neurosis y psicosis” (1923), Freud señala que el efecto patógeno se gesta a partir de la resolución que dé el yo, el cual por un lado puede optar por una fidelidad mayormente establecida a su vasallaje al mundo exterior, procurando la sofocación del ello. O por otro lado, en el que resuelve quedar siendo el vasallo del ello, generándose una ruptura con la realidad.

Particularmente para que se genere la neurosis, debe existir una alteración del nexo con la realidad, misma que lanza al individuo a “evitar” aquella parte o fragmento que provocó la represión de la pulsión, la que por alguna razón ha fallado y que activará los síntomas cada vez que el estímulo inaceptable se presente. Freud en “La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis” (1924), explica que existen dos pasos en la génesis de la neurosis, el primero, en el que al servicio de la realidad se emprende la represión de una moción pulsional; y el segundo, que genera un aflojamiento del nexo con la realidad, en la que como comenté anteriormente, se evita, en una especie de amnesia, un fragmento de la realidad.

Por otra parte, al respecto de la psicosis señala un proceso análogo, refiriendo sin embargo que este mismo se da entre otras instancias (entre el yo y el mundo externo). En este sentido también habla de dos pasos que intervienen en la génesis. El primero, en el que se arrancará el yo de la realidad, y el segundo, en el cual se observa un carácter reparatorio que buscará compensar la pérdida de la realidad, sin embargo esto no se hará a expensas de una limitación del ello, sino de la edificación de una realidad nueva.

Uno de los aspectos fundamentales que señala Freud en este artículo y que contribuye a la fundamentación de mi planteamiento, es que “tanto neurosis como psicosis expresan la rebelión del ello contra el mundo exterior; expresan su displacer o, si se quiere, su incapacidad para adaptarse al apremio de la realidad, a la ´Aváykn [necesidad]”. Desde el planteamiento de este trabajo podríamos afirmar nuevamente que en ambos casos, la frustración ante la pérdida del sentido placentero, ya sea de la pulsión en la neurosis, o de la realidad en la psicosis, promueve esta modificación del nexo con la realidad, sólo que en la neurosis no se desmiente esta misma, más bien no se quiere saber de ella. Por lo contrario en la psicosis, ciertamente se genera la desmentida y se sustituye tal realidad.

En ambos casos el esfuerzo psíquico que conlleva la deformación de la realidad en mayor o en menor medida, produce cargas intensas de angustia por los esfuerzos que se tienen que hacer para lograr ese afán, sin embargo considero que lo que mayor sufrimiento psíquico puede generar por el lado de las neurosis, es no poder crearse “un sustituto cabal para la pulsión reprimida”, mientras que en la psicosis, “la subrogación de la realidad que no se deja verter en los moldes de formas satisfactorias”, siendo entonces que a pesar de todos los esfuerzos y volteretas que pueda hacer el aparato mental y sus instancias para acceder de alguna manera tanto a los deseos del ello como a una realidad mayormente tolerable, parece ser que el dolor más grande siempre estará ubicado en que nada de lo que se haga será suficiente para poder alcanzar la satisfacción plena… ¿El principio del Nirvana?.

A partir de lo anterior podemos deducir que el ser humano en sus diferentes etapas del desarrollo, vivirá confrontado con las frustraciones propias de la realidad, frustraciones que llevan a dolores psíquicos que al ponerse en juego con la predisposición heredada y la adquirida de la primera infancia, resolverán la manera y la tonalidad como el aparato psíquico se defenderá en tal circunstancia. Tal y como Freud señala en “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” (1911) que entre el autoerotismo inicial y las diversas fases intermedias hasta la consolidación del amor de objeto, existe la posibilidad de que se genere un asiento que predispone a enfermar más tarde, sugiriéndonos “…la forma que adquirirá la enfermedad de la fase del desarrollo del yo y de la libido en la cual sobrevino aquella inhibición del desarrollo, predisponente”.
De cualquier manera, es una realidad que en ambos casos aunque se desea algo imposible de tener, hay marcados intentos “alucinatorios” (o por lo menos fantaseados), de que “eso” se puede poseer de alguna manera, sin embargo la resolución en la neurosis a diferencia de la psicosis, es que ante la disruptiva entrada del complejo de Edipo termina aceptándose dolorosamente la falta propia y la falla del mundo externo; ingresa el principio de realidad que le permite al individuo regular la interpretación del mundo exterior y de sí mismo.


La psicosis no puede con tal encomienda, por tanto los individuos sumergidos en ella, se pueden convertir en avasalladores personajes poseedores de una realidad alterna…. de una realidad imposible.
BIBLIOGRAFIA

Sigmund Freud, Sobre los tipos de contracción de neurosis (1912), Obras completas, tomo XII, Buenos Aires: Amorrortu, 2007.

Sigmund Freud, Neurosis y psicosis (1924 [1923]), Obras completas, tomo XIX, Buenos Aires: Amorrortu, 2007.

Sigmund Freud, La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis (1924), Obras completas, tomo XIX, Buenos Aires: Amorrortu, 2007.

Sigmund Freud, Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico (1911), Obras completas, tomo XII, Buenos Aires: Amorrortu, 2007.

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